Gustavo Dudamel: la música como salvadora social, el equilibrio entre competencia y colaboración

Gustavo Adolfo Dudamel Ramírez –“el Dude”, como lo llaman afectuosamente sus allegados– es el director de orquesta más afamado y, sin duda, el más querido del mundo. Actualmente distribuye su tiempo entre dos continentes para dirigir en uno de los templos más consagrados de la música europea a la majestuosa y centenaria Ópera de París; y en el continente americano a la más aclamada orquesta estadounidense, la Orquesta Filarmónica de los Ángeles (LA Phil), y a la renombrada Orquesta Sinfónica Simón Bolivar de su Venezuela natal, de la que ha sido director desde 1999, cuando Dudamel apenas llegaba a la mayoría de edad.

A lo largo de la década de 2010 Dudamel apareció en varias series de televisión, incluidas Plaza Sésamo, Mozart in the Jungle (de Amazon) y Los Simpson. Además, interpretó al director de orquesta en El cascanueces y los cuatro reinos (2018), de Disney, para la que también grabó la partitura. En el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl de 2016 Dudamel dirigió a los miembros de la Orquesta Juvenil de Los Ángeles, mientras actuaban con la banda Coldplay (siendo amigo cercano del cantante principal de la banda, Chris Martin) y los músicos Beyoncé y Bruno Mars. Con la Filarmónica de Los Ángeles, Dudamel luego grabó Sustain de Andrew Norman (2019) y las sinfonías completas de Charles Ives (2020), las cuales ganaron el Grammy a la mejor interpretación orquestal. En 2021 se anunció que Dudamel asumiría el cargo de director musical de la Ópera de París.

Pero ¿qué ha hecho que Dudamel sea tan venerado y reconocido en el selecto circuito de la música sinfónica a nivel mundial? Uno de los pocos músicos clásicos transformados en un genuino fenómeno cultural al punto de que el mismo Simon Rattle, ex director de la portentosa Filarmónica de Berlín, lo haya descrito como “el director de orquesta más asombrosamente dotado que jamás haya conocido”. Gran parte de la respuesta se encuentra en la personalidad y carisma avasalladores de Dudamel: ansioso, abierto, carismático, cálido, amistoso y entusiasta, con sus juventud insólita de eterno niño prodigio y su cabellera ensortijada volando al viento mientras sus manos revolotean y se entretejen como en un secreto cortejo de aves, en tanto dirige con la batuta.  Otra parte de su encanto recae, sin duda, en la mezcla electrizante que se genera entre la propia pasión del director y la comunicación con su orquesta, aumentando ese punto extra de compromiso infatigable de los músicos con la partitura y la ejecución de su instrumento a la que otorgan una dimensión insólitamente humana. “Eso, –dice Dudamel– es exactamente lo especial de lo que hacemos. ¿Cómo puede un grupo de personas encontrarse con una de las grandes piezas sobre el hombre y la naturaleza sin sentir que importan? Hablamos de la pieza, tratamos de entenderla juntos y tocamos lo que sentimos. Se trata de la partitura, la dinámica, el tempo y los colores, por supuesto, pero también del sentimiento. La tocamos por primera vez, pero también como si fuera la última, por amor”.

Tom Hooten, trompetista principal de LA Phil, asegura que “el Dude” siempre dice “vamos a divertirnos”. Hooten, por su rígida formación académica, siempre preocupado por buscar la perfección técnica, se reconoce asombrado, “fue difícil –cuenta– aceptar eso, porque no creía que esas dos cosas, la diversión y la perfección técnica, fueran congruentes”.

Es asombroso ver en Dudamel, tanto en los ensayos como en las presentaciones, esa combinación de intensidad y encanto, severidad y exuberancia. Dudamel siempre utiliza la expresión “Hagámoslo”, nunca “Hazlo así”. Habla a los músicos sobre el significado de la pieza, sobre su estructura, considera cada compás como parte del todo, persuade. “Creo que Strauss quiere que nos sintamos parte de la unión perfecta del todo: una reflexión filosófica por el hombre confrontado con la naturaleza”. Le encantan los crescendos  – “¡Vamos a darle un poco de empujón!”, sugiere– y al tiempo que ensaya el final en voz baja, que los músicos deben realizar en total oscuridad, exhala mientras las luces se apagan. “Vamos a bajar, bien abajo, lentamente, apagarlo…” hasta que haya silencio y oscuridad. “¡Ah, sí!”, suspira Dudamel, rompiendo el hechizo, y todos aplauden. “El propósito principal –dice– no es solo hacer música por sí misma sino enseñar el equilibrio entre la competencia y la cooperación. Para ser excelente debes conducirte hacia la excelencia, pero no hay experiencia más enriquecedora como leer la misma partitura, compás por compás, con todos los demás”.

Gustavo Dudamel creció en el seno de una familia pobre en las afueras de Barquisimeto, en el interior de Venezuela. Su padre era trombonista en una orquesta de salsa local y su madre una humilde profesora de canto, por lo que él creció escuchando música y dirigiendo a sus juguetes al sonido de viejas grabaciones. Por influencia de su padre tuvo la fortuna de ingresar al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, una obra social y cultural del Estado venezolano que utiliza a Beethoven y Brahms para salvar a los niños de los barrios más desfavorecido. También conocido simplemente como El Sistema, ese extraordinario proyecto juvenil fue concebido y fundado en 1975 bajo el lema ¡Juega y lucha!, por el maestro y músico venezolano José Antonio Abreu, para combatir la pobreza a través de la enseñanza de la música al sistematizar su instrucción y práctica colectiva e individual a través de orquestas sinfónicas y coros, como instrumentos de organización social y de desarrollo humanístico.

El Sistema se enraizó profundamente y floreció rápidamente bajo una premisa simple: que en los barrios marginales más pobres del mundo, donde las trampas de la adicción a las drogas, el crimen y la desesperación son muchas, la vida puede cambiar y realizarse si se puede atraer niños a una orquesta para tocar el repertorio clásico. Se trata de lo que Dudamel llama “la música como salvadora social”. Hoy están registrados en El Sistema unos 270.000 jóvenes venezolanos, tocando música en un territorio sembrado de 220 orquestas juveniles desde los Andes hasta el Caribe. En toda Venezuela los jóvenes habitantes de los barrios pobres ahora pasan sus tardes practicando a Beethoven y Brahms. Los músicos en El Sistema no se forman de la noche a la mañana, trabajan duro para alcanzar sus sueños y a menudo comienzan muy jóvenes. Dudamel comenzó a los 4 años a estudiar violín pero desde temprano lo atrajo dirigir, y a los 11 años, integrado a la orquesta juvenil, ante la demora del director  de aquel entonces, dejó el violín a un lado y recogió la batuta. Con un talento natural para dirigir a la Orquesta, Dudamel comenzó estudios formales de dirección con Rodolfo Saglimbeni. Cuatro años más tarde, en 1996, con tan solo 15 años, fue nombrado Director Musical de la Orquesta de Cámara Amadeus, donde José Antonio Abreu descubrió su talento y se convirtió en su mentor. Dudamel recuerda como uno de los momentos más emocionantes de su vida cuando el maestro Abreu lo nombró director de la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolivar –“cuando me llamó el maestro Abreu, me dijo que iba a dirigir la orquesta juvenil y colgó. Corrí por el pasillo gritando”–. Sobre el desarrollo meteórico de su carrera Dudamel afirma humildemente que “todo ha sido muy natural”, “llevo dirigiendo desde los 11 años, haciendo esto todos los días, teniendo la música como lo principal en mi vida. No estaba buscando esto, buscaba hacer buena música y tener buenas relaciones con las personas con las que trabajo. Soy muy privilegiado: dirijo en Viena, Berlín, La Scala; tengo esta gran orquesta, esta gran institución; tengo mi otra familia, que es la orquesta Simón Bolívar, más El Sistema que es un universo, un regalo”.

Gustavo Dudamel encuentra motivación en su firme creencia de que la música tiene el poder de transformar vidas, inspirar y cambiar al mundo. A través de su dinámica presencia en el podio y de su incansable apoyo a la educación artística, Dudamel ha dado a conocer la música clásica a nuevas audiencias alrededor del mundo y ayudado a proveer acceso a las artes para innumerables personas en comunidades sin acceso a ellas. Inspirada por El Sistema, Dudamel, la LA Phil y sus socios comunitarios fundaron la YOLA (Orquesta Juvenil de Los Ángeles) en 2007, proporcionando a 1.300 jóvenes instrumentos gratuitos, instrucción musical intensiva, apoyo académico y formación en liderazgo.

Durante la pandemia global del COVID-19 Dudamel dedicó aún más tiempo y energía a su misión de hacer llegar la música a los públicos de todo el mundo, convencido de que las artes desempeñan un papel esencial en la creación de una sociedad más justa, pacífica e integrada.

 


Referencias

https://es.laphil.com/about/gustavo-dudamel
https://www.britannica.com/biography/Gustavo-Dudamel

Artículo “Maniobras orquestales” de Ed Vulliamy para El Observador, publicado el 29 de julio de 2007, disponible en línea en:
https://www.theguardian.com/music/2007/jul/29/classicalmusicandopera1

Entrevista “De Bolívar al Super Bowl: por qué Gustavo Dudamel se acerca al mundo” de Stephen Moss para The Guardian publicada el 18 de marzo del 2018, disponible en línea en:
https://www.theguardian.com/music/2016/mar/18/from-bolivar-to-super-bowl-how-gustavo-dudamel-is-reaching-out-to-the-99-untouched-by-classical-music-