Salud mental en la pandemia: ¿cómo sobrellevar la situación?

“La ocurrencia de gran cantidad de enfermos y muertes, así como las vastas pérdidas económicas en el contexto de una epidemia o pandemia genera un riesgo psicosocial elevado.” Así lo menciona el Manual de Protección de la Salud Mental en Situaciones de Epidemias, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS).

En el marco del 5o año de gestión del Dr. Juan Ángel Rivera Dommarco, director general del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), se llevó a cabo un ciclo de pláticas sobre COVID-19, el pasado 24 de marzo tuvo lugar la 5a de estas pláticas, abordando el tema «Salud mental en la pandemia». Los doctores Gregorio Katz Guss, del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM; y Eduardo Ángel Madrigal de León, Director del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM) –moderados por el Secretario Académico del INSP, Dr. Eduardo Lazcano Ponce– nos compartieron desde una perspectiva poblacional aspectos relevantes acerca de la ola de patología mental que ha traído consigo la COVID-19. 

Al respecto, el Dr. Eduardo Madrigal de León expuso que la sociedad en su conjunto al transitar por un periodo de crisis generalizada –como ha sucedido en la pandemia de COVID-19–, puede experimentar procesos de angustia, estrés o depresión. De ahí la importancia de contar con la debida preparación para hacer frente a estos riesgos psicosociales, mediante el diseño y puesta en marcha de programas integrales que atiendan las consecuencias psicológicas y emocionales de la población. 

La inestabilidad en la que se encuentran las instituciones, la pérdida de las relaciones interpersonales, la inestabilidad de las familias, la pérdida de empleo y la crisis económica son aspectos que han afectado de manera desproporcionada la salud mental, en especial, de ciertos grupos poblacionales. Entre ellos los médicos de primera línea de atención, quienes constantemente están en contacto con pacientes graves, personas fallecidas y con la sensación de riesgo de contagio. Según los resultados de un estudio realizado por personal del INPRFM, aplicado a 5,938 trabajadores de la salud, se encontró que el 52 % presentó insomnio; el 37.7 %, depresión; y el 37.5 %, trastorno de estrés postraumático.

Entre los grupos de mayor riesgo se ubicó también a las personas adultas mayores y a aquellas con problemas de salud mental preexistentes. En ambos casos, más allá de las determinantes de riesgo de cada uno de estos grupos de población, se encontró uno en común: la escasa atención ofrecida por parte de las instituciones encargadas del cuidado de la salud mental, debido a que muchas de ellas tuvieron que ser cerradas como parte de las políticas para evitar contagios de COVID-19.

Por otro lado, el director del INPRFN destacó que el fenómeno colectivo de respuesta emocional ante los desastres y el comportamiento de la población no es uniforme o estandarizado. Debemos estar capacitados, dijo, para hacer frente y contrarrestar aspectos como la “fatiga pandémica” (la falta de motivación por parte de la población a seguirlas las indicaciones de cuidado y prevención) y la crisis de alfabetización y educación en salud que experimenta la población. Por ello, el Dr. Madrigal de León invitó a que se desarrollen planes de acciones multisectoriales, basados en eliminar barreras y conducir las experiencias de las personas; generar acciones desde el enfoque de salud pública que tomen en cuenta los aspectos sociales, culturales y económicos; y que se implementen e integren en todos los niveles de la sociedad, incorporando modelos exitosos para abordar determinantes sociales de la salud.

“¿Y los niños, qué?” Cuestionó el Dr. Gregorio Katz para dar inicio a una interesante reflexión a la que nos invitó para tratar de entender la situación crítica de salud mental en niñas, niños y adolescentes durante la pandemia de COVID-19. 

La educación fuera de las escuelas, a raíz de la pandemia, tendrá “repercusiones catastróficas” en el futuro de los niños, tanto desde el punto de visa de la enseñanza como desde el de la socialización. El aburrimiento y la poca “significación” que les hace a los niños la enseñanza virtual es evidente, dijo el Dr. Katz. Sobre todo, si se considera que la diversión, el juego, la socialización y la presencia física de otras personas es fundamental para que, sobre todo los niños en edad preescolar, se desarrollen de manera integral. 

Este distanciamiento social, afecta a los más pequeños, pero también a los adolescentes y a madres y padres de familia. A raíz de la pandemia ha aumentado en casa la intolerancia, la frustración, entre otros problemas propios de la COVID-19, que han tenido que enfrentar los adultos, descargando sus frustraciones en los hijos y en la pareja. Todo está causando en los niños desobediencia, insomnio, miedo, ansiedad y una gran dificultad para iniciar actividades y apegarse a las rutinas. 

En el adolescente dichos comportamientos y emociones se agudizan; pues el hecho de no convivir con sus pares va en contra de sus esquemas de socialización. Sin embargo, la necesidad de los jóvenes de salir y convivir con otras personas es una conducta de riesgo importante para la propagación de contagios de COVID-19. 

Entonces, antes de concluir su intervención, el doctor Gregorio Katz nos volvió a plantear una pregunta: ¿cómo contrarrestar este tipo de conductas en niños y adolescentes? Y, en seguida, nos dejó su reflexión: La presencia y el apoyo por parte de los adultos es fundamental para que sus hijas o hijos superen estas conductas. “Yo le diría a las madres y padres de familia que no se preocupen tanto por las tareas y la escuela en estos momentos. Ya habrá tiempo para retomar los niveles de aprendizaje. Lo que sí es importante es evitar el daño emocional en las niñas, niños, jóvenes y adolescentes, trabajando con ellos las capacidades de adaptación y llenándolos de conocimientos y experiencias significativas mediante la interacción familiar”.

Finalmente, el Dr. Eduardo Lazcano agradeció a los ponentes por su participación y espléndidas ponencias, reconociendo la importancia de que la salud mental sea considerada como parte de la cobertura universal en salud. Asimismo, reafirmó el compromiso que tiene la Escuela de Salud Pública de México en la formación de recursos humanos para la salud que generen conocimiento de utilidad para orientar las políticas y programas que garanticen la salud mental de la población.