Educar para transformar: intervención escolar reduce prejuicios sobre la menstruación en adolescentes de Morelos
Aunque la menstruación forma parte de cerca de 40 años de la vida reproductiva de aproximadamente la mitad de la población mundial y su presencia es un indicador de buena salud, en México persisten prejuicios, silencios y estigmas que afectan el bienestar físico y emocional de niñas y adolescentes. Con poca o nula información previa a la menarquia —la cual proviene mayoritariamente de la madre— y con carencias de infraestructura para una gestión menstrual digna en escuelas y hogares, hablar de menstruación en las aulas sigue siendo un reto en nuestro país.
Frente a este panorama, un equipo de investigadoras del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) diseñó y evaluó una intervención educativa centrada en salud sexual, reproductiva y menstrual, con el objetivo de disminuir percepciones negativas y promover una visión más informada y respetuosa entre estudiantes de secundaria.
El estudio, publicado recientemente en la revista Salud Pública de México, fue desarrollado por Andrea Rodríguez, Lourdes Campero y Fátima Estrada, quienes llevaron a cabo la intervención en tres escuelas secundarias públicas del estado de Morelos. Participaron 351 adolescentes, divididos en un grupo de intervención y un grupo de control. Las actividades incluyeron sesiones didácticas y reflexivas, adaptadas al nivel educativo, con énfasis en el conocimiento del cuerpo, la salud menstrual y los derechos sexuales y reproductivos. Una de las innovaciones clave fue proporcionar información específica sobre menstruación e insumos menstruales a estudiantes de ambos sexos, así como promover una visión positiva y libre de prejuicios sobre los procesos fisiológicos sexuales y reproductivos.
Resultados
En el grupo que recibió la intervención se observó una disminución significativa de actitudes como la incomodidad, vergüenza y rechazo hacia la menstruación. También mejoró la comprensión del ciclo menstrual y aumentó la disposición a hablar del tema tanto en casa como en la escuela. En contraste, el grupo de control mantuvo prejuicios arraigados y escasa apertura al diálogo.
Las autoras destacan que el impacto fue particularmente notable entre las estudiantes adolescentes, quienes suelen ser blanco de burlas, aislamiento y restricciones durante su periodo menstrual. La intervención no solo ayudó a romper el silencio, sino que también generó espacios seguros para compartir experiencias, fortalecer la autoestima y reconocer la menstruación como un proceso natural y digno de respeto.
Este estudio adquiere especial relevancia en el contexto mexicano actual, donde la pobreza menstrual, la desinformación y la desigualdad de género continúan limitando el acceso de millones de niñas y adolescentes a una salud menstrual digna. Las investigadoras subrayan que las escuelas tienen un papel clave en este cambio cultural y que la educación menstrual debe integrarse sistemáticamente en los programas de salud sexual y reproductiva, con un enfoque de género y derechos humanos.
La evidencia generada por este trabajo puede orientar políticas públicas que garanticen entornos escolares libres de estigmas, fomenten la equidad y mejoren la calidad de vida de las y los adolescentes a largo plazo.
Te invitamos a leer el artículo completo en el más reciente número de la revista Salud Pública de México:
https://saludpublica.mx/index.php/spm/article/view/16328/12667