Develan en ceremonia retratos de ex secretarias académicas y ex secretario académico de la ESPM

Los doctores Juan Rivera Dommarco, director general del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP); y Eduardo Lazcano Ponce, director de la Escuela de Salud Pública de México (ESPM) presidieron el pasado 13 de diciembre la ceremonia de develación de retratos de ex secretarias académicas y ex secretario académico de la ESPM. Nuestro director general inauguró formalmente esta emotiva ceremonia recodando que la ESPM está por cumplir cien años de su fundación y que “su historia se entrelaza con la historia propia de México, con la de varias instituciones de salud –con las que la ESPM colaboró e interactuó– y con cien años formando profesionales de la salud tanto de México como del extranjero”.

Con miras a la celebración de su primer centenario, la ESPM ha venido realizando una serie de eventos para celebrar la tradición y memoria de la que ha sido depositaria desde 1922, año de su fundación. Entre estos eventos se llevaron a cabo los Conversatorios “Hacia los 100 años de la ESPM”, al igual que diversos eventos culturales y ceremonias con las que se reafirma y fortalece el sentimiento de pertenencia a través de la memoria histórica. El Dr. Juan Rivera rememoró que, como parte de su historia, “la ESPM tiene la tradición de develar retratos de sus secretarias y secretarios académicos y conservarlos en la pared de honor de este auditorio (“Guillermo Soberón”), junto con los retratos de los ex directores del INSP”. El retrato pictórico –dijo el Dr. Rivera Dommarco– ha tenido un papel preponderante para la preservación y conservación de la memoria de la escuela, pues gracias a estos es posible “congelar en el tiempo las expresiones, miradas y gestos –la esencia– de las personas plasmadas en los retratos”. Por ello, hoy la ESPM se enorgullece al develar los retratos de las doctoras Laura Magaña Valladares y María Eugenia Ocampo Granados; y del doctor José Luis Valdespino Gómez, ex secretarias y ex secretario académico de la ESPM, “cuyas gestiones –expuso el Dr. Rivera– suman más de dos décadas de trabajo ininterrumpido en favor de la formación en talento humano en salud, de la innovación educativa y de la tradición y el liderazgo”. 

Además del significado institucional, el Dr. Rivera hizo mención del “gran significado personal” que esta ceremonia tuvo para él, dado que conoció y convivió con el Dr. José Luis Valdespino durante su gestión como secretario académico de la ESPM; y tuvo la oportunidad de trabajar de cerca con la doctora Laura Magaña Valladares “en su gran labor de reforma y modernización de la ESPM”, durante la gestión del Dr. Mauricio Hernández; y, finalmente, ya como director general del INSP, el Dr. Juan Rivera fue quién hizo el nombramiento de la doctora María Eugenia Ocampo como secretaria académica de la ESPM.

Tradición de excelencia en la ESPM

El director de la ESPM, Dr. Eduardo Lazcano Ponce, se congratuló por tener la oportunidad, a nombre de la comunidad institucional del INSP y de la ESPM, de celebrar a quienes en años anteriores ocuparon la titularidad de la Secretaría Académica del INSP. “Un legado –explicó– es un elemento simbólico que las personas dejan a sus sucesores y puede configurarse, para el caso de las ex secretarias académicas y el ex secretario académico de nuestro instituto, a través de las contribuciones que transformaron no sólo los programas académicos sino la naturaleza del aprendizaje, gracias a los modelos pedagógicos y de enseñanza implementados en su momento, así como lo valores éticos que fueron transmitidos a lo largo de su aportación institucional”. De igual manera, recordó que a cien años de que la Escuela de Salud Pública de México se constituyera como una institución benemérita, “la enseñanza de la salud pública es hoy un bien público primordial y una condición sine qua non para contribuir a eliminar la inequidad y desigualdad en salud, así como para promover la cobertura universal de los servicios de atención médica con una perspectiva de atención primaria orientada a la comunidad y para mejor la calidad de vida y dignidad de las poblaciones en el ámbito global. En este entorno, con legítimo orgullo podemos mirar cómo, a lo largo de los últimos 25 años – gracias a la visión y el trabajo del doctor José Luis, la doctor Laura y la doctora María Eugenia, junto al compromiso de la comunidad académica del INSP–, diversificaron su oferta educativa y modificaron los modelos de enseñanza. La trascendencia de su quehacer institucional hace posible que hoy podamos planear confiadamente el futuro de nuestra escuela”.

El Dr. Eduardo Lazcano aprovechó la ocasión para recordar y brindar testimonio “de la huella que dejó en esta institución el entrañable doctor Abel Armando Arredondo López”. El Dr. Arredondo, quien falleció hace apenas unos días, fue profesor investigador del INSP y miembro fundador del Centro de Investigación en Salud Poblacional (CISP); cursó en la ESPM la maestría en Ciencias en Organización y Dirección de Sistemas de Atención a la Salud, en 1987; y fue el primer egresado de los programas de doctorado de la ESPM. “Sus amigos y colaboradores recordarán siempre su calidez y desinteresada solidaridad” –expresó el Dr. Lazcano–.

Por otro lado, el director de la ESPM destacó que el INSP recuperó recientemente la denominación de Escuela de Salud Pública de México para la vertiente educativa de su quehacer. Ello –explicó– “nos ofrece una enorme ventaja competitiva frente a otras instituciones académicas por diferenciación, tradición y liderazgo; contribuyendo a volver más atractiva su oferta de posgrado en salud pública”. Expuso también que se debe aprovechar el centenario de la ESPM para redimensionar su imagen y mejorar y fortalecer sus programas académicos “mediante una reestructuración académica de vanguardia”. Enfatizó en el hecho de que los retos actuales en la formación de recursos humanos son mayúsculos y que las nuevas generaciones de profesionales de la salud pública enfrentan enormes desafíos inmediatos. A razón de ello, el Dr. Lazcano señaló que durante la pandemia por Covid-19 “hubo un avance vertiginoso de conocimiento frente a la relativa lentitud de nuestro aprendizaje; observamos con inquietud dos ritmos diferentes: lo que debemos saber y lo que debemos de aprender. Para muchos de nosotros esto representa tener que desaprender lo que con esfuerzo aprendimos hace muchos años –mudar de ideas, construir y destruir, destruir y reconstruir al mismo tiempo y seguir adelante– porque en la ESPM nadie pude detenerse, a riesgo de caer en la obsolescencia”.

Para el Dr. Lazcano Ponce el futuro de la educación en salud pública se anticipa distinto a como se podía prever hasta hace poco; y la mayor amenaza que pueden enfrentar los programas académicos de la ESPM son la dispersión y la fragmentación, “podemos –dijo– enfrentar el riesgo de enseñar la fracción de una fracción”. Por esta razón expresó la necesidad de reorientar la labor educativa hacia las bases esenciales de la salud pública, inculcando  valores como un compromiso institucional”, para lo cual –señaló– “debemos inculcar en en nuestra escuela una cultura humanística orientada a la pertinencia social y a las intervenciones poblacionales para y con nuestra comunidad”. El Dr. Lazcano concluyó su intervención felicitando en nombre de la comunidad institucional “a nuestros antecesores, los que representan una tradición de excelencia en nuestra escuela. Le recuerdo a toda la comunidad académica del INSP que el trabajo de cada uno constituye nuestro principal legado”.

José Luis Valdespino: generosidad y pasión por la salud pública

La Dra. Lourdes García, investigadora del Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas, del INSP, leyó la semblanza del Dr. José Luis Valdespino Gómez a quién conoció en 1982 cuando ella cursaba la especialidad de Epidemiología Aplicada y de quién –reconoció– “desde entonces fue notoria la claridad con la que explicaba los conceptos de la salud pública, su personalidad como salubrista y la generosidad que siempre lo caracterizó”. El Dr. Valdespino fue Médico Cirujano por la UNAM, Especialista de Medicina Preventiva por el IMSS y Maestro en Salud Pública por la ESPM, “título del cual estuvo siempre muy orgulloso”. A decir de la Dra. García “el Dr. Valdespino vaticinó todos y cada uno de los problemas a los que nos enfrentaríamos (en materia de salud pública). Sorprendía la comprensión que tenía de los sistemas de salud; y la actitud que lo caracterizó toda la vida fue la de “abordar frente a frente los problemas y ponerles solución”.

En la Dirección General de Epidemiología el Dr. Valdespino formó parte importante en la elaboración del Plan de prevención y control del VIH-SIDA, conjuntando el plan de vigilancia epidemiológica, impulsando el boletín mensual de VIH-SIDA, las encuestas serológicas en poblaciones afectadas y las encuestas de conocimientos, actitudes y prácticas. En el Instituto de Salud y Enfermedades Tropicales, ya constituido como Instituto Nacional de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos, enfrentó la prevención y control  del cólera y crearía una red de laboratorios muy amplia que atendió otras enfermedades diarréicas, tuberculosis, cáncer cervicouterino y otros padecimientos relevantes desde la perspectiva de la salud pública en nuestro país. 

En mayo de 1995 fue invitado por el Dr. Jaime Sepúlveda a incorporarse al INSP. La gestión en la Secretaría Académica en ese momento era compleja. Se trataba de una institución híbrida que conjuntaba las características de una institución pública con una estructura vertical y, al mismo tiempo, intentaba ser una institución académica con una organización diferente, en la cual las decisiones se tomaban por consenso –relató la Dra. Lourdes García–. El Dr. Valdespino enfrentó esta situación mediante la creación de los Colegios y Capítulos que hoy son el fundamento del funcionamiento de la ESPM. La Dr. Lourdes García recordó que “en ese momento, en la ESPM se corría el rumor de que la llegada del Dr. Sepúlveda y el cambio de nombre de la escuela significaban la desaparición de la misma. Había, por un lado, un grupo de investigadores y, por otro, un grupo de docentes que hacían el trabajo cotidiano y tenían la relación más directa con los alumnos. La tarea del Dr. Valdespino fue la de atraer a los investigadores a que participaran en los diferentes programas de docencia y a que incorporaran a los alumnos y a los otros docentes a las tareas de investigación. Para lograr estimular a los docentes, logró la instalación del programa de estímulo al desempeño docente aún vigente. En 1992 la tarea de lograr la excelencia de los programas se vio premiada por la aceptación de los mismos en el padrón de posgrados del CONACYT y logró la creación de la figura de profesor-investigador, con lo cual atrajo a los investigadores académicos a la docencia”. Otro de sus aportes fue la elaboración de reglamentos. Hasta antes de su llegada no existían reglamentos en el Instituto. Fue a partir de su gestión que se crearon el reglamento de doctorado, el de maestría en ciencias, maestría en salud pública y el de las comisiones de investigación, ética y bioseguridad. El Dr. Valdespino también impulsó la recuperación de la Maestría en Salud Pública, “para convertirla en el pilar que hoy representa para la ESPM mediante su incorporación al Consejo de Escuelas de Salud Pública de Estados Unidos”. En el 2006 el Dr. José Luis Valdespino concluyó su gestión en el Instituto. 

La Dra. Lourdes García mencionó que durante el año previo a su fallecimiento prematuro, el Dr. Valdespino hizo varias gestiones alrededor del país, convenciendo a los epidemiólogos y Secretarios de Salud sobre las actividades de control que debían ponerse en práctica para lograr el control de la pandemia de Influenza H1N1. “Te recordaremos como el gran salubrista y amigo que fuiste querido José Luis”, –concluyó la Dra. Lourdes García.

Innovación constante, cercanía y liderazgo, características de la gestión de la Dra. Laura Magaña. 

Al momento de presentar el trabajo y la gestión de la Dra. Laura Magaña Valladares como secretaria académica del INSP, la Dra. Lorena Castillo la reconoció como “un ser humano extraordinario, profesionista excepcional y una persona que impulsa en su decir y hacer”, quien además imprimió a su aportación a la ESPM el sello de la “innovación e inquietud constantes por mejorar los procesos de enseñanza aprendizaje, por dotar de competencias profesionales a las y los estudiantes, por estar siempre ocupada en su formación académica y seguimiento laboral, y por su permanente dedicación a fortalecer las habilidades docentes “con respeto y empatía a cada miembro de la planta académica”.   

Por su parte, la Dra. Cinthya Rosas Magallanes, ex colaboradora de la ESPM, compartió la semblanza de la Doctora Laura Magaña, quien es Doctora en Administración Educativa, Maestra en Ciencias en Tecnología Educativa, por la Universidad de Gallaudet en Wahington D.C., y Licenciada en Educación Especial. De 2005 a 2017 fue secretaria académica del INSP; dirigió el funcionamiento de los programas académicos; coordinó la planificación, implementación y evaluación de 30 programas de posgrado y un extenso programa de educación continua. Entre sus logros más significativos destacan el hecho de que lideró el cambio organizativo y la transformación de las prácticas educativas en la historia moderna del INSP, rediseñó todos los procesos para hacerlos más eficientes y efectivos, diseñó nuevos modelos educativos en línea, obtuvo la acreditación y re-acreditación del Consejo de Educación para la Salud Pública (CEPH, por sus siglas en inglés), creó la unidad de tecnología educativa y el programa de formación de profesores; y generó nuevos modelos de negocios que aportaron ingreso al Instituto. Abogó con los legisladores para aprobar políticas públicas y creó alianzas globales estratégicas. 

En 2017 la Dra. Magaña se unió a la Asociación de Escuelas y Programas de Salud Pública (ASPPH, por sus siglas en inglés) como presidenta y directora ejecutiva. Con su liderazgo, la ASPPH ha seguido avanzando en la visión de fortalecer la capacidad de sus miembros mediante la excelencia y la colaboración para la educación en salud pública. Con la Dra. Magaña al frente, la ASPPH ha incrementado significativamente su participación global. Puso en marcha el Instituto de liderazgo académico en salud pública y mejoró la voz de la salud pública a través de esfuerzos conjuntos de promoción. Ha publicado más de cien artículos académicos y desarrollos tecnológico educativos que se relacionan con entornos de aprendizaje, el uso de tecnología en educación y la educación en salud pública.

Dra. María Eugenia Ocampo: alianzas y profesionalización para la calidad académica 

Siguiendo con el programa de esta ceremonia, la Dra. Minerva Nava presentó la semblanza de la Dra. María Eugenia Ocampo Granados, quién estuvo a cargo de la Secretaría Académica del INSP de 2017 a 2019. Durante su gestión la Dra. Ocampo articuló los esfuerzos de las distintas áreas de la Secretaría Académica y de los Centros de Investigación del INSP para afianzar y profesionalizar las tareas de educación y aseguramiento de la calidad académica de los programas de posgrado. La Dra. Nava enunció aspectos de la charla que sostuvo con la Dra. Ocampo sobre su gestión en la Secretaría Académica, y destacó la importancia de “mirar el pasado como medio para comprender con mayor claridad qué y quiénes somos, así como para aprender de las experiencias vividas”. La Dra. Nava enfatizó sobre el respeto académico que la Dra. Ocampo siente por la ESPM, por lo cual ser parte de su historia le resulta altamente significativo. Una de las mayores riquezas que encontró la Dra. María Eugenia Ocampo en esta escuela –dijo MinervaNava–, “fue la gran diversidad de formas de pensar como esencia del aprendizaje colectivo, pues eso es lo que hace visible el pensamiento de la comunidad educativa y favorece el análisis, la discusión argumentada y el pensamiento crítico”. Las escuelas de éxito, como la ESPM, no tienen menos problemas que otras escuelas, pero tiene una gran diferencia: la manera de aprender de esos problemas y la manera de solucionarlos. “El cambio más complejo, aunque parezca más simple –citó Minerva Nava a María Eugenia Ocampo–, es el cambio de pensar la realidad educativa, pues esas visiones modelan el actuar de los integrantes de una comunidad educativa y de sus constantes interacciones en la práctica académica”. En el sentir de la Dra. Ocampo, las instituciones académicas aprenden de su propia experiencia, por ello deben mirar lo que sucede en el aula donde docencia e investigación deben articularse en una misma. Se deben mirar los escenarios donde interactúan docentes y estudiantes, pues es allí donde se gestan los cambios. Los modelos deben renovarse como producto del análisis de la acción, y eso es lo que ha distinguido a la ESPM.

La Dra. María Eugenia Ocampo, en la entrevista que sostuvo con la Dra. Nava, también reconoció en esta institución el poder hacer cómplices a la tradición y a la innovación e hizo énfasis en la importancia de abrirse a otras experiencias para co-construir nuevas propuestas con otras instancias académicas. Uno de los aprendizajes que comentó como más importantes es que los cambios de mejoras académica e institucional son colectivos y responden a necesidades sentidas de sus integrantes como colectivas. Los logros son colectivos, “son de todos sus integrantes, en cada espacio, en cada tiempo y en cada acción en que les ha tocado desempeñarse a cada uno de los integrantes de esta institución, por ello este logro es un reconocimiento colectivo”. 

A distancia pero siempre presente, la Dra. Laura Magaña compartió parte de su legado

La Doctora Laura Magaña participó vía remota en esta ceremonia para agradecer el reconocimiento y el apoyo, trabajo y guía de todos los miembros de la comunidad de la ESPM -INSP, “que durante un siglo se han comprometido con la calidad de la educación en salud pública en nuestro país y en el mundo entero”. Indicó que el compromiso de esta escuela desde su fundación “radica en proponer vías creativas, innovadoras e integrales para enfrentar los retos poblacionales y avanzar en la salud y el bienestar de todas la comunidades; retos que en ocasiones adquieren dimensiones colosales, como la pandemia por Covid-19; el resurgimiento mundial de padecimientos que se suponían erradicados, como la tuberculosis o el sarampión; o padecimientos controlados, como el paludismo, el cólera o el dengue; las enfermedades no trasmisibles, la obesidad, la lucha contra la violencia y las adicciones; el deterioro del medio ambiente, la salud mental y el mejoramiento en el acceso y la calidad de los sistemas de salud, entre otros muchos retos globales que día a día vamos encontrando”. Por ello –enfatizó la Dra. Magaña– se requiere la formación de profesionales altamente competentes y dotados de herramientas que les permitan encontrar soluciones efectivas y rápidas a estas problemáticas emergentes. Y recordó que hace 100 años uno de los principales factores que se conjuntaron para la fundación de la escuela fue la situación sanitaria del país por la revuelta revolucionaria que se agravó con la pandemia de influenza de 1918. Eventos que trajeron “consternación y sufrimiento a una gran cantidad de personas azotadas por la enfermedad, el hambre y la muerte”. En 1922 se aprobó la fundación de la Escuela de Salubridad de México cuando el Departamento de Salubridad Pública y la Secretaría de Educación Pública emprendieron un trabajo colectivo con la finalidad de difundir la cultura de la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud. De esta manera, al proceso de enseñanza-aprendizaje que la escuela cultivó en sus aulas desde el principio, se sumó el impulso a la promoción de la salud, el enfoque en los sistemas y los servicios de salud y la prevención de enfermedades en beneficio de la población, atendiendo no sólo a los centros urbanos sino también a las poblaciones rurales más remotas del país. Recordó también que la ESPM ha sido una institución dinámica que desde su creación ha respondido adaptándose a las necesidades y requerimientos del desarrollo nacional. Desde finales de 1920 y hasta la década de 1950 detentó el nombre de Escuela de Salubridad e Higiene de México y uno de sus empeños más importantes era el de la formación de médicos sanitarios, enfermeras, enfermeros y trabajadores sociales. Al paso de los años y entendiendo las demandas sociales en materia de salud, la escuela integró la investigación científica. 

En el último cuarto del siglo veinte el perfil demográfico del país se modificó de manera radical, y a este giro se sumó el acelerado proceso de envejecimiento que se vio reflejado en la aparición de enfermedades no transmisibles (como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes). “Este cambió –subrayó la Dra. Magaña– se tradujo en la generación de profesionales dotados con las competencias necesarias para enfrentar los retos de transición epidemiológica bajo el uso equilibrado y efectivo de conceptos y métodos estadísticos y epidemiológicos modernos y de las nuevas herramientas tecnológicas”. La Dra. Magaña hizo énfasis en que debido a los enormes esfuerzos de modernización académica que ha emprendido la ESPM, es actualmente “la institución formadora de recursos humanos más importante en América Latina y una de las más vanguardistas en el mundo entero”. Y destacó que la labor de la escuela ha sido posible debido a 3 procesos esenciales: 1) el cambio de modelo pedagógico; 2) la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación; y 3) la profesionalización de la docencia.

Cabe señalar que gracias al ímpetu tecnológico y la educación virtual que ha desarrollado la ESPM de hace más de una década, estuvo preparada para enfrentar la pandemia de Covid-19. Asimismo –expuso la Dra. Magaña Valladares– “las decisiones rápidas, oportunas y decididas del Dr. Rivera y del Dr. Lazcano permitieron continuar la labor de la institución utilizando la tecnología sin sacrificar la calidad educativa”. Además, reconoció la transformación del modelo educativo impulsada por el Dr. Lazcano “con una propuesta de reestructuración integral de salud pública bajo un enfoque holístico, pertinente y global; y desde las perspectiva de las prácticas transdisciplinarias con atención y participación de la población, perspectiva social y de género”. En palabras de la Dra. Magaña, la ESPM ha asumido el papel histórico y vanguardista que le ha tocado vivir en la construcción de una sociedad más saludable; comprometiéndose con la calidad y la innovación, “planteando importantes cambios en las formas de concebir el aprendizaje, en la utilización de los métodos pedagógicos y en la definición de los roles de los actores fundamentales de la educación superior. Asimismo, se ha enfocado en la pertinencia de sus programas académicos en función de las necesidades del entorno, en la alta eficiencia, en los elevados niveles de rendimiento académico, en asegurar los servicios para las y los estudiantes y en la cuidadosa atención a la entidad para ofrecer apoyos especiales a quienes más lo necesitan”. Les invito a “reescribir nuestro contrato social para que sea uno más humano, más generoso, más equitativo, más solidario, más  compasivo,  cerrando las brechas de la lacerante desigualdad social” –concluyó en su mensaje la Dra Laura Magaña Valladares–.

Finalmente, el Dr. Juan Rivera Dommarco destacó que las palabras de la Dra. Luara Magaña dejaban un mensaje “esperanzador, emotivo y de entusiasmo sobre el futuro de la ESPM”, coincidiendo en que “la historia de nuestra escuela es tal, que seguiremos siendo una de las instituciones académicas formadores de salud pública en América Latina más importantes y de mayor trascendencia”. Y se mostró confiado en el liderazgo del Dr. Eduardo Lazcano como impulsor de la renovación integral que vive la ESPM, por lo cual, exhortó a la comunidad a congratularse por contar “con personas con valores humanos que trascienden” y que comparten “su pasión por la educación, su dedicación y entrega al trabajo, y su amor por formar cada vez mejores profesionales de la salud”. 

Por: Redacción ESPM